El Sexo y La Diferencia de Edad
Cada vez es más habitual ver parejas con una diferencia significativa de edad
biológica. La relación entre amor y edad
siempre ha sido un gran tema en las relaciones personales. La evolución de la
mujer en la sociedad ha hecho que esta variable ya no sea un impedimento para
estar con jóvenes o con hombres mayores. Se dice que para el amor no hay edad, pero cuando hablamos de sexo para algunas
personas el número de calendarios sí es importante.
Por
tal motivo, las personas que se atraen y se llevan muchos años de diferencia,
suelen reflexionar mucho antes de pasar de su condición de amantes a pareja
estable.
En
generaciones pasadas se decía que el
hombre debía ser mayor para proveer una vida económica y emocionalmente
estable y la mujer tenía que ser más
joven para asegurar una larga descendencia. Y así era como un hombre se
casaba con una mujer mucho más joven, algunas lograban sobrevivir, pero otras
por desgracia no lo hacían. Es así como se llegó a la conclusión de que cuando
la diferencia de edad es mucha, la vida sexual de la pareja es corta. Hoy, eso
es simplemente historia.
No existe la diferencia de edad perfecta aunque sí es
cierto que estamos más acostumbrados a que el hombre sea el mayor. El género es un factor determinista y,
al igual que ocurre con la altura, la edad sirve para jerarquizar la pareja,
pudiendo generar relaciones de poder. A su mayor edad, mayor probabilidad de
tener trabajo y poder mantener así a su familia, lo que corresponde al varón en
la cultura patriarcal. Ella, es preferible que sea joven para poder concebir y
sin desarrollo a nivel profesional. Así podría dedicarse a los cuidados de su
familia exclusivamente. Sin olvidarnos del valor extra de la belleza femenina
asociada a la juventud, que nos han transmitido hasta el hartazgo. Esta
costumbre se basa en el reparto desigual
de las tareas asociadas al género, determinado por el sexo, con un carácter
biológico reproductivo. En este modelo la mujer era educada para ser buena
hija, esposa, madre y nuera. Este tipo de educación sexista tiene sentido
dentro de ese marco referencial, donde no se podía elegir qué hacer con nuestras
vidas. Con este reparto se aseguraba el buen funcionamiento reproductivo y de
supervivencia pero no la felicidad de la pareja ni de la persona.
La búsqueda de
pareja se efectúa por diversas cuestiones y no impera la reproductiva que,
en ocasiones, no es deseada. La cuestión erótica tiene un peso determinante, lo
normativo y la juventud no siempre es deseada. Además, ya no se construyen
únicamente relaciones heterosexuales, sino también homosexuales y bisexuales, y
en diferentes formatos relacionales como el poliamor.
Ahora
a la mujer se la considera deseante
cuando anteriormente era solo la deseada, por tanto elige. También puede
desear desarrollarse profesionalmente, teniendo determinado poder adquisitivo.
Esto también potencia que se siga suponiendo que si una mujer muy joven se
uniera a un hombre bastante más mayor, lo haría por razones socioeconómicas y
no por otras cuestiones. Y puede que sea así en algunos casos, pero también
sucede en parejas de similar edad y sexo, o cuando es la mujer la poderosa y
adinerada.
Actualmente,
conocemos más casos donde es la mujer la de mayor edad y, aunque siga
extrañando a algunas personas, suele estar mucho más aceptado que hace un par
de décadas. La equidad o igualdad de valor en la pareja, compartir un modelo
emocional, afectivo y de comunicación similar y encontrarse en un momento vital
similar, también permite que las parejas con edades dispares se entiendan y se
busquen. La madurez en este sentido no siempre la dan los años.
Aunque
no existen datos exactos, las realidades que antes dictaminaban que las mujeres
los preferían a los mayores y los hombres a las jóvenes parece ponerse en duda
y dar más cabida a otro tipo de relaciones. Verificable o no, lo cierto es que la diferencia de edad siempre tiene un
componente sociológico, histórico y cultural que ha determinado la relación
entre el amor y la edad.
La
realidad indica que en las aplicaciones de citas los hombres maduros configuran
sus búsquedas entre veinteañeras, según surge de los datos analizados por el
fundador del sitio de citas OkCupid, Christian Rudder, entre decenas de
millones de preferencias de los usuarios del portal. Revisando esos números, la
lectura sugiere que pasados los 45 a una mujer no le queda otra que aspirar a
los perfiles de septuagenarios, o bien a los de treinta, y tampoco. Al menos,
eso sucede en el mundo virtual.
Uno
de los estudios más famosos realizados al respecto, fue el que elaboraron
Andrew Francis y Hugo Mialon, profesores de la Universidad Emory, en Atlanta,
Estados Unidos. El sondeo aplicado a 3.000 estadounidenses sostenía que, si la
diferencia de edad en la pareja es solo de un año, ésta tiene un 3% de
posibilidades de divorciarse, en comparación con otras de la misma edad. Para
las que se llevan ya cinco años, el tanto por cierto asciende a 18, y con 10
años entre uno y otro, aumenta a un 39%. Cuando el bache generacional es ya de
20 ó 30 años el panorama no es muy alentador, ya que según estos investigadores
hay un 98% de posibilidades de que la relación se deteriore y termine. Es que
aunque el amor no tiene edad, tarde o temprano el reloj biológico sí lo hará
notar. Y eso no lo resuelve la pastilla azul.
Una
predicción en la que es imposible fallar es esa que pronostica que una pareja,
tarde o temprano, acabará separándose. El problema en estas relaciones es que
no siguen la típica cronología, sino que tienen la suya propia. En ellas el
tiempo no es lineal sino que se asemeja más al concepto de Einstein, una
magnitud relativa que varía en función de quién y bajo qué circunstancias la
mida. Para empezar, si uno se enamora de alguien mucho mayor o más joven debe
saber que habrá etapas de su vida que no podrá compartir con el otro; y puede
que algunas se las salte o que las viva dos veces, en un afán por complacer a
la pareja.
Hay
también que tener en cuenta que el desequilibrio producido por la edad no solo
es cuantitativo sino cualitativo, dependiendo del momento vital en que se esté.
Es decir, si uno tiene 28 años y el otro 39, puede que entonces no se note
demasiado la diferencia; ya que ambos miembros se sitúan en el mismo escenario:
la juventud. Pero, los 11 años parecen agrandarse cuando, por ejemplo, ella
tiene 45 y él 56; y se harán cada vez más evidentes, conforme pase el tiempo.
Otros
fantasmas que rondan a este tipo de parejas son los de la infidelidad, cuando
el miembro más joven vea que sus expectativas sexuales no son plenamente
satisfechas; y la predicción, muy probable, de que el más joven de la pareja acabe convirtiéndose en
cuidador/a a una edad demasiado temprana. El equilibrio en estas uniones es
todavía más endeble, ya que la persona de más edad y su mayor conocimiento y
experiencia suelen situarlo en una posición de dominio.
La
frecuencia de los encuentros sexuales, su duración y los juegos que hay en
ellos también se verán afectados por la edad; pero hay buenas noticias: ahora
mismo se prefiere como pareja sexual a alguien experimentado que a uno muy
joven. Es cierto que el impulso sexual en los hombres alcanza su nivel más alto
alrededor de los 18 años, cuando los niveles de testosterona son más elevados;
y para la mujer se situaría entre los 20 y 26. Pero la madurez biológica no se
corresponde con la sexual, ya que hemos descubierto que el sexo no es algo
instintivo sino que requiere de un aprendizaje. Y éste necesita tiempo.
Según
los expertos, la sexualidad viene determinada por tres variables: la biológica,
la social (cómo la cultura dicta la manera en que, supuestamente, se debe vivir
la sexualidad) y la psicología (la versión personal que cada uno va
construyendo).
Es
cierto que con la menopausia las mujeres pueden padecer molestias, como la
falta de lubricación; y que los hombres con la edad empiezan a manifestar
problemas de erección, pero ésta es solo la dimensión genital de la sexualidad,
por ende, solo una parte dentro de un todo mucho más grande y complejo.
En
resumen, más allá de la diferencia de edad, lo que se necesita discutir son las
cosas importantes que unen a una pareja. El respeto mutuo, la confianza e
incluso el enfrentamiento de las críticas juntos.
No hay comentarios.: