¿Por Qué Los Seres Humanos Tienen Relaciones Sexuales?
Los seres humanos son infinitamente
complejos. No existe una razón única o definitiva a través del tiempo, la
cultura y la historia por qué las personas tienen sexo (relaciones
sexuales).
Tradicionalmente, había tres razones
principales: por amor, placer y el deseo de tener hijos. Pero hoy se habla más
del tema y se sabe que los motivos se han diversificado: desde el placer y el
deseo hasta la inseguridad y las presiones (de grupo o de pareja). Por lo tanto
hay muchas razones y se relacionan con aspectos psicológicos, sociales o
culturales.
Hay especialistas que consideran que en
verdad el deseo sexual tiene que ver con el hecho mismo de ser humanos, puesto
que estos estaríamos "programados" para tener sexo, del mismo modo en
que lo estamos para comer. Otra teoría, igualmente vinculada a la idea de la evolución,
afirma que el deseo sexual tiene que ver con una necesidad biológica y que es
necesario para preservar la especie.
Entre las razones de tipo físico se
encuentran el alivio de la tensión, obviamente el placer, la búsqueda de
experiencia (mejorar y practicar nuestras habilidades sexuales), disminución
del estrés, ejercicio, curiosidad sexual o atracción a la otra persona
También lo hacemos con motivaciones de tipo social,
por ejemplo la búsqueda de cierto estatus (entiéndase preocupaciones sobre lo
que otras personas piensan, nuestra autoestima o nuestra reputación), por
cumplir algún objetivo, como tener hijos, volverse más popular, por venganza
(el deseo de lastimar a alguien, que tiene una base evolutiva), o en pos de
determinada utilidad (usar el sexo para obtener una ventaja en una relación, un
beneficio o un privilegio específico).
Y desde luego existen razones o motivaciones de
tipo emocional, entre estas se encuentran el amor, el compromiso o la gratitud,
o como medio de expresión (una de las formas más definitivas de comunicarse, al
menos con la pareja romántica).
De igual manera existen otras razones por las que
tenemos sexo, como puede ser por un aumento de la autoestima (una estrategia
para obtener fuerza o poder), por deber o bajo presión (dígase obligación o
coerción por parte de otra persona), o protección de parejas (bajo el principio
de mantener satisfecha a nuestra pareja y de esa manera evitar que el o la
compañera busquen sexo en otra parte), fomentar los celos, ganar dinero,
curiosidad, entre otras.
Pero, ¿Qué ocurre en el cuerpo y la mente
cuando nos excitamos sexualmente?
El sexo es algo opcional en nuestras vidas, en el
sentido de que no es una necesidad vital y es perfectamente posible pasar toda
una existencia sin tener relaciones de este tipo. Sin embargo, nuestro
organismo ha sido diseñado de manera que vivir teniendo sexo resulte más cómodo
y fácil que no tenerlo. Y ante esa dicotomía, hay algo que nos induce hacia la
primera opción. Se trata de la líbido y que hoy en día puede entenderse desde
muchas perspectivas.
A nivel químico-biológico tener sexo altera
significativamente la concentración en sangre de ciertas hormonas y
neurotransmisores, hay un tipo de sustancia cuya cantidad aumenta
significativamente: las endorfinas. Las endorfinas suelen estar asociadas a
prácticas placenteras y relajantes, y por eso suelen ser consideradas como una
especie de morfina que fabrica el propio cuerpo. Sin embargo, su cantidad
también se dispara drásticamente durante el orgasmo, y quizás por eso las
relaciones sexuales suelen ser una buena forma de descargar estrés, mejorar la
calidad del sueño e incluso aliviar el dolor físico. Este mecanismo biológico
actúa como reforzador para que en el futuro vuelva a repetirse esa misma
situación.
Existe otro tipo de sustancia, la hormona
oxitocina, que al estar asociada a la creación de lazos afectivos también
podría jugar un papel importante en el sexo. Las concentraciones altas de
oxitocina en sangre aparecen durante los abrazos, las miradas directas a los
ojos, los besos y todo tipo de expresiones de cariño moduladas por la cultura.
Todas estas situaciones tienen la particularidad de ir asociadas a la
afectividad, pero también al placer. Y, de hecho, la oxitocina podría tener
parte de la responsabilidad de que estas expresiones de amor puedan dar paso a
otras actividades más íntimas, ya que parece ser que sus concentraciones son
altas durante el sexo.
Pero también casi todos los ámbitos de nuestro modo
de vida están relacionados con factores culturales, y las motivaciones ligadas
al sexo no son una excepción. Los seres humanos somos capaces de buscar
posibles relaciones sexuales no solo por el placer inmediato propio de esta
actividad, sino por las ideas a las que va asociada. La idea del atractivo y
deseabilidad de una persona, por ejemplo, son indispensables a la hora de hablar
de atracción sexual y motivaciones por las que se guía nuestra conducta sexual.
Sin embargo, estos conceptos no pueden explicarse solo desde un análisis de los
neurotransmisores y las hormonas asociadas al sexo: están influenciados
fuertemente por la cultura. La curiosidad por el cuerpo de una posible pareja
sexual, a pesar de tener raíces en procesos biológicos inconscientes, también
tiene un gran componente social, de ahí que algunas partes del cuerpo sean
sexualizadas en unas culturas y en otras no.
Ahora bien, existen notables diferencias de
género en las razones detrás de la actividad sexual. Y aunque hay que aclarar
que obviamente no se deben generalizar estas conductas, dada la complejidad del
ser humano, si se pueden citar algunos patrones que han sido observados tras
numerosos estudios médicos, psicológicos y sociales de este tipo. Los
hombres se centran significativamente más que las mujeres en la apariencia y la
conveniencia física de una pareja, lo cual apoya la hipótesis basada en la
evolución de que los hombres tienden a sentirse más excitados sexualmente por
las señales sexuales visuales que las mujeres, ya que la apariencia física
proporciona una riqueza de señales para la fertilidad y la capacidad
reproductiva de una mujer. Además, los hombres, mucho más que las mujeres,
también poseen razones que indican la búsqueda de experiencia y la oportunidad.
Las mujeres en cambio, superan a los hombres en
algunas de las motivaciones emocionales para el sexo, tales como expresar amor
o compromiso hacia su pareja. Estos hallazgos también apoyan la teoría basada
en la evolución de que las mujeres, más que los hombres, prefieren el sexo en
el contexto de una relación de compromiso permanente, y los sentimientos o
expresiones de amor proporcionan señales de dicho compromiso. También apoyan
esta teoría los hallazgos que sugieren que el sexo sin ningún compromiso
emocional es un motivador más poderoso para los hombres que para las
mujeres.
Los hombres también superan a las mujeres en
cuestiones relacionadas con el placer físico puro, como querer lograr un
orgasmo, porque se siente bien, o simplemente porque están excitados. Sin
embargo, es importante señalar que la mayoría de las motivaciones emocionales
para participar en el sexo no son respaldadas con mayor frecuencia por las
mujeres. La evidencia clínica que sugiere que tanto hombres como mujeres a
veces desean intimidad y conexión emocional de la actividad sexual.
En resumen, generalmente los hombres buscan placer
porque les agrada como se sienten, mientras que las mujeres, aunque también es
por la misma razón que ellos, más comúnmente están interesadas en la mejoría
que el sexo le ofrece a la relación. Los investigadores describen estas
diferencias como:
Sexo centrado en el cuerpo: cuando sólo se
busca placer físico, sin preocuparse por las emociones del compañero o la
compañera.
Sexo centrado en la persona: cuando se busca
conectarse con el otro y hay una preocupación por las emociones y la relación.
Según este análisis, los hombres en general
comienzan con una actitud de sexo centrado en el cuerpo, que comienza a cambiar
luego de los 40, pues a medida que envejecen tienden a valorar cada vez más las
relaciones. Las mujeres, en cambio, tienden a hacer el recorrido inverso:
inicialmente buscan desarrollar, fortalecer y mantener relaciones, pero en
relaciones a largo plazo pueden enfocarse en el placer.
No obstante, otros estudios sugieren que durante
los últimos años la actitud hacia el sexo de los hombres y de las mujeres se ha
ido acercando: más mujeres aseguran que tienen sexo por placer y más hombres lo
hacen por cuestiones emocionales.
Al comparar hombres y mujeres, las mayores
diferencias se encuentran en los motivos y comportamientos sexuales. Cabe
señalar que la mayoría de las diferencias entre hombres y mujeres son casi
inexistentes o pequeñas, excepto cuando el tema que se analiza es la sexualidad,
aunque el sexo es el elemento más poco apreciado del bienestar en la
psicología.
Ya sea con una motivación u otra, tener sexo
aporta muchos beneficios a la salud, ya que relaja, descarga endorfinas en la
sangre, y mejora el sistema inmune.
Puesto que tener relaciones sexuales activa lo que
se conoce como el área o región cerebral del refuerzo, el sexo aumenta los
niveles de serotonina o endorfinas entre otros neurotransmisores y, en
consecuencia, hace que nos sintamos más activos y animados.
Además puede ser el mejor medicamento para combatir
la gripe y el resfriado, pues tener relaciones sexuales una o dos veces a la
semana aumenta, hasta en un 30%, los niveles de un anticuerpo llamado
Inmunoglobulina A (IgA), que actúa como protector contra el resfriado y la
gripe.
El sexo es una uno de los mejores deportes. Treinta
minutos de acción sexual queman hasta 100 calorías. Y las distintas posiciones
que se pueden llevar a cabo ayudan a trabajar diferentes músculos del cuerpo.
Tener sexo también reduce el dolor gracias a la liberación de las endorfinas
llamadas opioides naturales porque los produce el propio cuerpo. Las
investigaciones muestran que los dolores musculares y cervicales mejoran con el
sexo, y las mujeres, además, sienten menos dolor menstrual cuando tienen
relaciones sexuales.
Mejora la capacidad cardiovascular de las personas,
pues tener sexo una o dos veces por semana reduce a la mitad el riesgo de un
ataque cardíaco, en comparación con aquellas personas que solamente tienen relaciones
sexuales una vez al mes. Igualmente tiene un efecto positivo en el proceso de
renovación de la piel, ya que se ha comprobado que el sexo hace que el
organismo bombee niveles más altos de oxígeno alrededor del cuerpo, aumentando
el flujo de sangre y nutrientes a la piel. A su vez, favorece el desarrollo de
las células nuevas de la región cutánea, causando que ésta se vea más
saludable, entre otros muchos beneficios.
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