La Depresión Post-coito

 


  Por lo general solemos disfrutar de todo el proceso del coito y una vez terminada la interacción y llegados al orgasmo suele aparecer una sensación de relajación y satisfacción. Sin embargo en algunas personas aparecen sensaciones de tristeza, angustia o desasosiego después del orgasmo, pudiendo llegar a aparecer lo que se conoce como disforia postcoital o depresión post-coitum, que es precisamente  el síndrome caracterizado por la presencia de sensaciones y sentimientos de tristeza, melancolía y malestar posterior al momento del orgasmo. Se trata de una situación que aparece generalmente tras mantener una relación sexual, si bien también puede aparecer tras la masturbación.


  Este fenómeno ocurre cuando una persona, tras el coito, en vez de presentar una sensación de bienestar y relajación, presenta disforia, ansiedad e incluso puede llegar agredir verbal o físicamente a su pareja. Hay quien piensa que esta sensación es casi exclusiva de los hombres, sobre todo cuando realizan el acto sexual con prostitutas. Pero lo cierto es que hombres y mujeres están expuestos al síndrome de disforia postcoital, el cual no se trata de una verdadera depresión, sino más bien es un bajo estado de ánimo, breve y poco profundo, que aparece después de la relación sexual. Técnicamente se considera una disfunción sexual vinculada a la fase de resolución. 


  Durante el sexo varios neurotransmisores trabajan en conjunto: la dopamina, conocida como la hormona del placer; las endorfinas, asociadas con la felicidad, y la oxitocina u hormona del amor. Estas se disparan y provocan una sensación de placer tan extremo que no se puede comparar con otros estímulos. Pero cuando regresan a su nivel normal, es posible que algunas personas experimenten sensaciones de angustia o tristeza. Durante el orgasmo hay un fuerte descenso de la actividad en la amígdala. La amígdala es una región del cerebro que participa en el procesamiento de estímulos como el miedo. El órgano sexual más importante de los seres humanos es el cerebro, el sexo es un acto físico, pero la tristeza tiene una base fisiológica también. Algunos expertos en sexualidad humana señalan que la razón de esta tristeza está en que la relación sexual satisface sólo la parte biológica y no la emocional. Sin embargo, la respuesta a esta cuestión aún no está clara. Puede que simplemente se trate de la reacción de algunas personas al cúmulo de excesos bioquímicos que se suceden tras el orgasmo.


  Es importante tener en cuenta que esta sensación no es producto de una relación sexual insatisfactoria, pudiendo ser esta enteramente placentera para ambas partes y deseada por la propia persona que siente esta disforia. La depresión post-coito (que en realidad es más tristeza que realmente una depresión) suele aparecer inmediatamente o poco después del orgasmo y por lo general desaparece en minutos, si bien en casos extremos puede llegar incluso a durar varios días.


  Ya desde la antigüedad se ha intentado dar una explicación a la aparición de disforia sexual, tanto a nivel de su aparición puntual como de cara a su aparición consistente. Una de las teorías al respecto hace referencia a que las causas de esta alteración son principalmente neuroquímicas: tras el orgasmo se liberan determinadas hormonas que contrarrestan las responsables del placer sexual, pudiendo aparecer tristeza y bajo estado de ánimo como consecuencia de esta regulación. En este mismo sentido se ha observado que a nivel biológico la amígdala disminuye su actividad durante el coito, pudiendo aparecer la disforia como consecuencia de la reactivación de esta parte del encéfalo. Otra teoría indica que la aparición de disforia postcoito puede estar vinculada a la influencia de una educación restrictiva y religiosa, en la que puede haberse interiorizado la idea del sexo y del goce y placer sexual como algo pecaminoso o criminalizado. Además, psicólogos consideran que algunas personas suelen tener sentimientos encontrados derivados de otras influencias, o que hayan experimentado algún tipo de abuso sexual infantil  o violaciones, asociando inconscientemente el disfrute de una relación normativa y consentida con el vivido durante la experiencia abusiva y apareciendo la tristeza, angustia e incluso repugnancia con el disfrute actual, lo cual también puede producir culpa y represión. Es posible que exista una predisposición biológica, ya que los cambios hormonales que se experimentan tras el orgasmo a veces pueden originar jaquecas, debido a una reducción en la actividad de una región cerebral relacionada con el miedo. Existen también teorías que hablan de que la tristeza se debe a que las emociones de tristeza y malestar se deben a la finalización del acto de unión con la pareja. También puede existir la posibilidad de que la tristeza sea debida a la presencia de dificultades de pareja o a la consideración de que la relación se basa o sostiene solo en el sexo. Para otros investigadores, la disforia postcoital tiene que ver con la valoración que hacemos las personas después del acto sexual. En algunos casos se trataría de una sensación de vacío. Aunque algunas personas desean el encuentro sexual, después se afligen porque no le encuentran sentido. Esa ausencia de sentido puede deberse a que se hizo como una obligación o para satisfacer sólo parte de alguna carencia afectiva. 


  La disforia postcoital es algo poco reconocido socialmente, y puede tener repercusiones en la vida sexual de quien lo padece. A menudo su presencia es vivida con malestar y culpabilidad por parte de la persona que lo experimenta, considerando que debería sentirse satisfecha y no comprendiéndose las propias reacciones. También puede desarrollarse un posible temor a la existencia de conflictos de pareja, o incluso aparecer una evitación del contacto sexual. Además se trata de una situación que, como ocurre en otras disfunciones sexuales, a menudo es ocultada y vivida con vergüenza. De la misma manera, la pareja sexual puede llegar sentirse poco competente o poco deseada ante las reacciones de su pareja, y también podrían aparecer conflictos reales y otras disfunciones sexuales tales como la aversión al sexo.


La manera de combatir estos instantes de depresión o tristeza tras el coito es concentrarse en el sexo cuando lo estás practicando, no pensar en otras cosas o preocupaciones. Para sentir felicidad después del sexo se debe estar concentrado en el acto sexual, conectado con la pareja y lo que se está viviendo y disfrutando del placer que genera. Gracias a esto, se consigue centrarse en disfrutar y dejar de lado lo que en ese momento no tiene importancia.


  Hay que procurar que el orgasmo no sea el final de toda interacción sexual entre la pareja, se debe prestar atención a otras actividades, el juego previo, acariciarse o abrazarse. Se trata de generar vínculo posterior al encuentro sexual. En cualquier caso si se trata de algo habitual puede resultar de utilidad consultar con un psicólogo o un sexólogo. Si bien no es habitual, la disforia postcoital puede requerir de tratamiento psicológico. En primer lugar es necesario valorar la posible existencia de alteraciones orgánicas. En el caso de que existan vivencias traumáticas, estas podrían ser trabajadas en consulta. Igualmente la presencia de culpabilidad o la consideración respecto al sexo pueden precisar de ser trabajados. En el caso de que sea necesario o se deba a un conflicto de pareja, puede resultar de utilidad emplear terapia sexual y/o de pareja.


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