El Fetichismo de Pies


  Según Wikipedia, el fetichismo de pies (foot fetish, en inglés), también llamado podofilia, es un pronunciado interés fetichista en los pies humanos. Es uno de los fetichismos más comunes en los varones. El fetichismo del pie en mujeres es un comportamiento sexual apenas estudiado.

La palabra fetiche se usa coloquialmente para referirnos a un gusto particular relacionado con la sexualidad. Igual que a mucha gente le gusta la comida exótica, a la hora del sexo también hay gustos peculiares. Entre esos gustos, algunas investigaciones han mostrado que la atracción por los pies es la más común, particularmente entre los hombres, seguida de otras como usar ciertas prendas o ser atado.  Lo cual, según los expertos, hace parte de la vida sexual de cualquier persona, y no representa ningún problema.

El fetichismo es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer se encuentra en objetos, situaciones, actividades, individuos o en este caso una determinada parte del cuerpo. Los especialistas consideran el fetiche por los pies como una parafilia (del griego παρά, o pará, que significa “al margen de”, y φιλία, o filía: “amor”), que consiste en sentir excitación sexual por cosas, situaciones o partes del cuerpo que usualmente no se relacionan con el sexo.

La podofilia hace que las personas se exciten sexualmente al ver, oler, acariciar, besar, lamer o chupar los pies de su pareja.El fetichismo de pies consiste en el placer por besar, tocar, acariciar, lamer, oler, chupar o incluso recibir una masturbación con los pies.

  No hay que confundir el gusto por algo con un fetiche o parafilia. A todos nos pueden gustar distintas cosas durante una relación sexual, pero, quienes tienen una parafilia a veces dependen de manera obsesiva y permanente de ese fetiche  para lograr placer o excitación. No se puede identificar una única causa por la cual una persona desarrolle podofilia, pueden ser desde experiencias pasadas que hayan marcado a la persona, hasta causas neurológicas. Lo importante es saber en qué momento una afición o un gusto particular se vuelve un problema. Si la persona depende exclusivamente del fetiche para lograr placer, si le hace sentir remordimiento y si ese remordimiento lo llevan a volver a buscar el fetiche, pueden ser señales de que hay que buscar ayuda profesional.

  Pero entonces, ¿Por qué nos excitan los pies? ¿De dónde surge esa pasión humana, casi siempre masculina, por las extremidades de las personas?

  No se sabe muy bien por qué se da tan a menudo este parcialismo (nombre que los especialistas prefieren emplear cuando el fetiche es hacia una parte del cuerpo humano, para diferenciarlo del término parafilia que se emplea más cuando se refiere a objetos inanimados) en específico ni cuál es su origen. Hay desde hipótesis freudianas descabelladas (la típica sustitución o reminiscencia del pene a través del pie, así como el miedo a la castración como motor de desviación hacia ese fetiche) hasta algunas absurdas o divertidas: por ejemplo, se dice que probablemente un pie desnudo nos excita porque no estamos habituados a verlo sin su zapato, tal como nos excita la visión de zonas humanas tradicionalmente tapadas en público; o que incluso resulta incitante porque nos recuerda nuestro instinto ancestral de apareamiento, en el que habitualmente el pie queda a la misma altura de los ojos que la zona genital de quien, acostado, nos está recibiendo para el coito.

  Los pies son una de las partes del cuerpo más sensibles ya que reúnen hasta 7.000 terminaciones nerviosas. Como dato adicional, el clítoris tiene 8.000 y es capar de proveer increíbles momentos de placer, así que con poco menos, solo hay que imaginar lo que pueden hacer los pies.

Y, por supuesto, el calzado también influye en gran parte de ese deseo: su fetichismo es el más popular entre todos los que se dan con objetos femeninos como protagonistas. De ahí que también sea uno de los complementos de mujer con mayor tradición en la confección de moda erótica. No obstante, muchos hombres prefieren contemplar pies descalzos, o bien arreglados, con un buen pedicure realizado, que denote que la persona en cuestión se preocupe por el cuidado de sus pies.

  Curiosamente, no resulta habitual encontrar mujeres fetichistas de los pies: la mayoría femenina confiesa no prestar gran atención a los pies masculinos. Sí puede resultarles atractivo un hombre descalzo, pero no por sus pies en sí, sino  todo el conjunto. Las manos parecen ser mucho más apreciadas por ellas.

  Lo mejor es siempre hablar con tu pareja o amante para alcanzar un punto común de placer mutuo. Hay tantas actividades y prácticas posibles a la hora de explorar el cuerpo del otro que, mientras una persona se centra en los pies, la otra puede centrarse en otra parte de la anatomía. Además, en las parejas compenetradas, el placer de uno provoca también placer en su acompañante, así que no debería presentarse conflicto alguno.

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